Nota del Editor: El autor Dennis Soto es un joven egresado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico y defensor de los derechos humanos. Lo puedes seguir en Twitter @dennis_jeriel
El próximo 18 de marzo, la comunidad homosexual, lésbica, bisexual, transexual y transgénero,
afiliada a los principales partidos políticos del país, tendrán la oportunidad de acudir a las
urnas para seleccionar a los principales líderes políticos que los representarán en los próximos
comicios electorales, sin el beneficio de que se haya debatido públicamente una sola propuesta
en beneficio de esta población. Peor aún, esta comunidad acudirá a ejercer su derecho al voto
en un momento histórico en el que se ha transformado el tradicional discurso en el que tod@s
crecimos, basado en no reconocerle nuevos derechos a este sector, para enfrentarse a una agenda
concertada para privarles de los limitados derechos existentes. No tengo dudas de que en este
debate NO gana nadie y PERDEMOS todos.
Esto significa que durante este año, esta comunidad no solo ha tenido que continuar con su
eterna lucha para reclamar la igual protección de las leyes y obtener el derecho al matrimonio, a
la adopción y transmitir su herencia a su compañer@ consensual,una justa causa para la cual aún
resta un arduo camino por recorrer, sino que ha tenido que enfrentar la movilización masiva de
líderes religiosos para eliminar determinados derechos, incluyendo las protecciones existentes
para sancionar con mayor severidad los delitos motivados por la orientación sexual de la
víctima.
Precisamente, sobre dicha mcontroversia, debo señalar que cada vez que escucho el estribillo de
que “todos los crímenes son de odio”, para minimizar las muertes viciosas que ha experimentado
esta comunidad, POR HABER NACIDO homosexual, me convenzo de que quienes tienen esta
filosofía retrógada, no sienten ningún remordimiento por las consecuencias nefastas que este
discurso de odio ha tenido en nuestros centros de estudio, iglesias y lugares de trabajo.
En este momento, un patrono puede despedir a un empleado que presente un perfil de
homosexualidad, sin que este obrero tenga una causa de acción basada en esta actuación.
Aunque todos los partidos políticos coincidieron durante la pasada campaña electoral, sobre
la necesidad existente para subsanar esta deficiencia, esta propuesta nunca ha obtenido los votos
necesarios para ser aprobada. ¿La razón? Ninguna que me convenza. Sin embargo, este discurso
de odio trasciende a nuestra población adulta, al impactar desde una temprana edad a nuestros
niños y jóvenes con una orientación homosexual, un sector vulnerable que no necesariamente
cuenta con las destrezas necesarias para lidiar con estas presiones, relacionadas a su genética y
que están estrechamente vinculadas con atentados violentos contra su vida. En mi opinión, se
ha derramado demasiada sangre, para que continuemos indiferentes, mientras un pequeño grupo
de líderes religiosos, utilizan una interpretación errada de las sagradas escrituras, para dejar a
esta comunidad desprovista de unas protecciones mínimas, en un momento en que la homofobia
mantiene una presencia inamovible en nuestra sociedad.
Ante este escenario, la alternativa no puede ser el lamento, mientras se desvanece la posibilidad
de vivir en una sociedad más justa e inclusiva. La única alternativa para transformar esta
realidad, se encuentra en el poder del voto.
¿Cuáles son las protecciones mínimas a las que debe aspirar la comunidad LGBTT? ¿Podemos
atribuirle a este sector y sus familiares, la fuerza necesaria para condicionar su voto a un
determinado candidato o partido, a su adherencia a unas propuestas que beneficien a esta
población?
A continuación les presento algunas de las propuestas que esta comuinidad debería cabildear,
antes de entrar a las urnas de votaciones este próximo domingo:
1. Establecer una prohibición, de carácter permanente, para utilizar la orientación sexual de
un ciudadano, para negarle un nombramiento, privarle de su empleo, adjudicar un ascenso o
beneficiarse de los adiestramientos provistos por una agencia, sin sujeción al principio de mérito
que rige el servicio público en nuestra jurisdicción e incluir a la empresa privada dentro del
alcance de este estatuto.
2. Extender las protecciones de la Ley Núm. 54 a parejas homosexuales.
3. Establecer una Carta de Derechos en defensa de las víctimas de un crimen de odio.
4. Ampliar los derechos de esta comunidad, dentro de la revisión que en la actualidad se
realiza sobre nuestro Código Civil, dentro de la temática del matrimonio, sucesiones y adopción.
5. Sensibilizar el currículo de enseñanza del sistema de educación pública, para promover
la tolerancia entre los miembros de la comunidad estudiantil, indistintamente del trasfondo,
identidad, orientación o condición hereditaria de sus pares.
6. Contrarrestar la incidencia del acoso escolar (“bullying”), al incluir, entre las
responsabilidades de los profesionales en conducta humana, adscritos a cada institución
académica, un componente preventivo, para promover la tolerancia entre los miembros de
la comunidad escolar, indistintamente de su trasfondo, identidad, orientación o condición
hereditaria.
7. Erradicar el fenómeno social del discrimen por prejuicio, al incluir, entre los miembros de la
Policía Estatal y Municipal, un mínimo de educación continua, como estrategia para maximizar
las destrezas de investigación de nuestros agentes del orden público, en áreas constitutivas del
esclarecimiento de una escena delictiva consumada por el odio y la intervención ciudadana, en
protección de la dignidad de los ciudadanos expuestos a esta modalidad de violencia.
8. Promover la educación sobre la identidad de género, para proteger a nuestros ciudadanos transexuales y transgénero, el sector que mayor vulnerabilidad presenta, ante las manifestaciones de odio suscitadas en nuestra jurisdicción
En definitiva, nos enfrentamos a un evento electoral de poca participación, producto de la apatía
que han generado las actuaciones que históricamente han lacerado la confianza de nuestros
constituyentes, por lo que cada voto tendrá una fuerza pocas veces vista. Esto significa que
cualquier grupo con capacidad para la movilización y con una agenda clara, podrá influenciar los
próximos comicios electorales.
La indiferencia nos ha costado demasiadas vidas. Es momento de actuar.